La columna de Fernando Borroni en La Mañana sobre la Cadena Nacional de Mauricio Macri.

A esta altura del partido se hace difícil sumar alguna reflexión a todo lo dicho en relación al discurso de Mauricio Macri. Todo indica que ya no importa tanto lo que ha dicho porque todas y cada una de sus palabras son mentira. Llego mintiendo y se va mintiendo, no hay novedad.

Lo que preocupa es qué hacemos con el discurso del presidente. Porque este discurso no es el discurso del presidente que se va, este es el discurso de quien se pretende líder de la oposición. Este es el guion del relato que va a disputar poder de cara al futuro.

¿Qué hacemos con el discurso de Macri? ¿Le damos poca importancia porque él es un mitómano profesional al que no le importa nada?  ¿Debería importarnos el discurso de un mentiroso, de un cínico que se está yendo del poder? ¿Deberíamos desinteresarnos de  él?

Y no porque el problema de Macri ya no es el peso de su discurso, en torno a si es veraz o no lo que dice, el tema es cuanto puede seguir haciendo con ese discurso.

El problema ya no es el mensajero, en este caso Mauricio Macri, el problema no es tampoco el mensaje, el problema son los receptores.

El problema no es que Macri sea quien es y diga lo que dice, el problema es que esto es aceptado y defendido por una porción importante de la sociedad.

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En la política se puede tener poder por lo que se representa socialmente en términos positivos y también puede tenérselo por la posibilidad de daño que se tenga.

Mauricio Macri en términos políticos no puede proponer nada nuevo, ya no es un dirigente que puede construir desde lo propositivo. Macri tiene poder político porque tiene, aun hoy, mucho poder de daño. Y ese poder de daño puede sintetizarse en la credibilidad que sostiene en una enorme porción de la realidad.

Por tanto habrá que dejar de hablar tanto de si Macri será la cabeza de la oposición, si lo hará Larreta, o Vidal, o cuál de estos impresentables, el tema es, fue y será esa enorme porción de la sociedad que hace propio un discurso que no vive.

Quiero decir sólo un hombre o una mujer aislada en su más egocéntrico individualismo puede creer en lo dicho por el presidente. Solo un antisocial, un fóbico a los social, por tanto un ignorante de lo que pasa por fuera de su vida puede creer esto.

Ningún laburante, ningún tipo que sepa lo que salían las cosas y lo que salen hoy, nadie que cada mañana salga a trabajar, nadie que tenga que sostener económicamente a su familia, nadie que tenga un jubilado en la familia, nadie que mínimamente se informe con cierto equilibrio puede aceptar lo dicho por Macri.  Sin embargo sucede.

“Si una sociedad no puede discernir entre la verdad y la mentira es una sociedad que ya ha entregado su razón, su espíritu crítico, su voluntad al poder de turno”.

Pero peor aún….

“Si una sociedad no puede llamar verdad a su propia vivencia y elige llamar verdad al discurso del poder, por más que este discurso del poder sea contradictorio con su vivencia, es porque esa sociedad ya se ha entregado a la mas indignas de las esclavitudes modernas.

Quiero decirlo con claridad. En el futuro político no nos enfrentamos con Macri, nos enfrentamos con aquellos que querrán instalar esta mentira inmoral, perversa, cínica, criminal, estupidizante que el presidente expresó ayer.

“El problema no es el rey, el problema es su reino y el ejército que lo defiende. El rey se va desnudo y borracho, pero el reino construido a su entorno, el ejército zombis que constituyó sigue vivo y dará batalla, por más y nuevos zombis.

Alguna vez desde el campo nacional y popular se propuso sacar a Macri del poder, entonces comenzó el proceso de unidad que finalizó con la expulsión de este. La pregunta a la que estamos obligados a hacernos ahora es ¿qué hacemos con el discurso que sintetiza Macri?

¿Qué hacemos con el mentiroso?

¿Qué hacemos con la mentira?

¿Qué hacemos con el engañado?

¿Qué hacemos con quien grita: Mentime que me gusta?