La columna de Fernando Borroni

Quiero retomar los títulos de Clarín y de La Nación respecto a cómo algunos empresarios llegaban a la reunión por el acuerdo del hambre cero.

No son ni más ni menos que las distintas construcciones culturales con los que trabaja la derecha y que puede consolidarla, a medida que pasa el tiempo, como un sentido común.

Es tan común escuchar que el pobre es pobre porque quiere

Como escuchar que aquel que milita o que pelea contra la pobreza debe ser pobre. 

Escuchamos, seguramente la frase, por ejemplo. Si defendes Cuba anda y viví allá a ver qué opinas después. 

Resulta que el modelo nos exige alguna especie de coherencia para poder luchar contra las desgracias que este genera a través de sus políticas. Además nos exige coherencia, como si nos exigiese poco. 

¿Donde está escrito que para ayudar a alguien debes ser idéntico a él, vivir como él?¿Quien dijo que la “autoridad” para ayudar, para comprometerte socialmente con una situación dolorosa como el hambre, te la da haber tenido hambre? Por supuesto que la experiencia, la vivencia siempre suma y mucho, pero no es excluyente.

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Precisamente el modelo lucha culturalmente contra la empatía. Construyen una sociedad ordenada a partir del rechazo hacia otro, constituido como enemigo por los medios, los vínculos sociales del neocolonialismo en el que vivimos se sostiene en el rechazo y la discriminación por otro. 

Preguntémonos que une al votante macrista, el desprecio al peronismo, el desprecio a lo popular. Cuando uno les consulta por sus convicciones, por las ideas que defienden no encuentra argumentos, que los sintetiza, el poder decir los mismos insultos a quienes desprecian.  Lo que los une es entonces el desprecio y la falta de empatía.

Un modelo que milita la falta de empatía pega el grito en el cielo cuando ve un auto de alta gama yendo a una reunión para ver cómo se sale del hambre.

De igual manera hay que decir también, que con la empatía sola no alcanza, mucho menos en política. Está buenísimo que el magnate sienta empatía con el hambriento, ahora si el magnate no tiene claro que él es responsable de que existan los hambrientos estamos en problemas.

Porque como hemos dicho en más de una oportunidad a la pobreza se la combate combatiendo la riqueza y no al revés. Al hambre se lo combate distribuyendo con equidad y distribuir con equidad significa cobrarle más a quien más tiene para darle a quien menos tiene.

La decisión de poner al hambre, a quienes lo padecen como centro de la agenda política es una gran decisión, urgente, necesaria. Pero no alcanza y Alberto lo sabe. 

El hambre es consecuencia de una estructura económica, no de falta de voluntades. Para terminar con el hambre hay que confrontar con intereses concretos y reales.

El análisis que hay que hacer no es si quienes estaban sentados en esa mesa tienen autos de alta gama o si son millonarios o coherencia, sino - a cuanto están dispuestos a renunciar – 

Antonio Aracre -Director General de Syngenta, celebro que este ahí. Lo que quiero saber es cuánto está dispuesto a renunciar.

Claro que el hambre debe ser atendido por todas las clases sociales, querer marginar a alguien por su condición social es parte del problema. El dueño del capital bienvenido, el actor, el militante, el trabajador, el diseñador, bienvenidos todos. Pero para combatir el hambre hay que combatir el egoísmo con el que vivimos como sociedad.