La columna de Fernando Borroni en La Mañana

“Gobernamos con honestidad y nos vamos a casa con la conciencia tranquila y las manos limpias” afirmó Mauricio Macri hace menos de 48 hs en el Centro Cultural Néstor Kirchner.

Lo quiero traer nuevamente a la mesa para masticar la bronca, degustar el sabor amargo de la impunidad de decir cualquier cosa, ante cualquiera, para que todo de lo mismo. Es que para los amorales todo da igual porque no hay parámetros desde donde medirse y regularse.

No es que, a esta altura, nos sorprenda lo que esta clase política, esta clase social, esta clase de humanidad deshumanizada que nos gobierna digan una barbaridad tras otra. El problema no es ya lo que digan, el problema es que lo que dicen es apropiado por millones como un discurso propio y se instala y  en el futuro será discusión política.

https://www.facebook.com/AM750/videos/643261106203015/
Mirá EN VIVO la columna de Fernando Borroni todas las mañanas a las 10:30

“El peligro no es la voz del enemigo, el peligro es la voz del enemigo en la boca del amigo, o del parecido”

“Gobernamos con honestidad”, aseguró el presidente que entrará, más temprano que tarde, (y debemos trabajar incansablemente para eso sin titubear) en la lista de los presidentes más corruptos, de los amorales, de los más represivos, de los más autoritarios que ha dado nuestra historia. Onganía, Videla, Menem y Macri  deberán ser narrados en un mismo sentido, bajo idéntico prisma, porque fueron distintas caras de un mismo rostro de ataque al pueblo, a sus derechos y libertades.

Pero temo que en el futuro pase lo que hoy paso, por ejemplo, con el Menemismo. “¡Bueno Carlos no fue tan malo!” dicen hoy, en medio de este presente.

Entonces el problema es que embellecemos a los viejos monstruos porque aparecen otros nuevos. Lo que hay que decir es que el monstruo es uno y sus tentáculos cientos,  ponerles nombre y apellido,  recordar quienes fueron sus ejecutores, sus voceros, sus aplaudidores, sus encubridores. Porque de no hacerlo volveremos a encontrarnos abrazados por los mismos llantos y balbuceando ante  los mismos dolores.

Y nada tiene esto de venganza, debemos pelear porque la verdad sea libre y se sepa.

Se va el gobierno honesto que se arrogó  la conceptualización de lo que es honesto y lo que no. Porque se arrogaron el valor y la determinación de lo que es o no justicia.

Se van los honestos que tienen presos políticos. Los honestos que apretaron jueces, los honestos que manejaron la economía del país para acrecentar los ceros en sus cuentas bancarias. Los honestos como Dujovne, que se quedó 27 millones de pesos por la devaluación histérica de Macri luego de las PASO. Se van los honestos que le permitieron ganar a Luis Caputo,  en un abrir y cerrar de ojos, se llevó 300 millones de pesos con el dólar a futuro. Los honestos de la familia Peña Braun que se hizo del negocio de la exportación de carne premium a Europa, un negocio que supera los 30 millones de dólares anuales.

Se van lo honestos que llegaron con la promesa de pobreza cero y se marchan con más de 16 millones de pobres. Se van los honestos que llegaron de la mano de la libertad y la república y nos recortaron cuanto derecho pudieron y cercenaron cuanta libertad se expresaba.

Ahora bien, ¿quieren jugar a la honestidad?, jueguen total se han apropiado de la vara de todo. Ahora  hay que ser cínico, canalla, perverso decir que se van con las manos limpias.

Mauricio Macri se va con las manos manchadas de sangre, de la sangre de Santiago Maldonado. Patricia Bullrich se va con las manos ensangrentadas del cuerpo joven de Rafael Nahuel.

Se van con las manos manchadas por la impunidad que le garantizaron a las Chocobar para salir a matar.

Las manos limpias no. Y que por favor que nadie se las vaya lavando con el tiempo en nombre de la convivencia democrática y política.

Allí están los honestos con sus manos limpias que buscaran irse entre medio de una plaza que les agradezca que hayan despertado, unido y organizado una porción del odio.

El odio nunca es honesto, el odio tiene sus manos manchas de horror, el odio no tiene consciencia, quizás por ello aseguren que se van con la consciencia tranquila. No puede haber, jamás, tranquilidad en una conciencia cuando nada la altera a esta, porque vive aislado en un mundo propio donde no hay otra verdad que su sentir, que no hay otra belleza que no sea la que le devuelve su propio espejo.

Se van los honestos, con la conciencia tranquila y las manos limpias…hay que ser despreciable para decirlo con seguridad.

Que le pueblo no olvide, que el pueblo no entregue la memoria. Que el pueblo sea grito ensordecedor para que las nuevas generaciones tengan los ojos bien abiertos.

Y que el pueblo pida justica ante tanto horror, tanta injustica y tanta perversidad.

La verdad son unos caraduras.