La columna de Fernando Borroni sobre el debate presidencial.

Hablemos del debate… El debate que garantiza que nadie debata. 

¿Qué son los debates presidenciales televisados, con las características propias a las que están sujetos? Un show.

El show de la política. La puesta en escena de un modelo que juega a la democracia, a la pluralidad y te dice que aquí están todas las voces para que puedas escuchar y decidir con argumentos. Y la verdad es que si hay algo para lo que no hay tiempo en los debates televisivos es para al argumento.

La televisión arma el juego, los periodistas se prestan al espectáculo,  los candidatos juegan con entusiasmo, porque de no hacerlo, serán condenados por el mismo modelo del show democrático acusándolos de anti-democráticos.

Está claro que no es lo mismo el debate para aquellos dirigentes y candidatos políticos que son un producto comercial, televisivo, comprable y vendible para aquellos que son el resultado de una construcción territorial, política e ideológica.

El show del debate político es la farsa de un modelo que desprecia la política, que día a día la estigmatiza, que busca destruirla, que busca que la odies, pero que en el momento de la boda, pero que en el momento de las elecciones, se empilcha para la fiesta y se para a la puerta de la iglesia para arrojar arroz y flores a los novios al salir entusiastas y emocionados.

"Tiene 1'30 para hablar de Educación", "puede contestarle en 30 segundos". "Ahora puede cruzarse entre todos 1 minutos"...ahí es donde esperan la carnicería para al otro día titular un debate caliente.

Señores, señoras, telespectadores... Hace 4 años que los y las docentes quieren hablar con Vidal, con Larreta, con Macri de educación pública y cerraron todas las discusiones. Pero por suerte ahora nuestro candidato tiene 1' para decirle lo que la comunidad educativa le dijo en años y el presidente tiene 1' para hacerse el boludo... (Perdón no encontré una palabra más ajustada a la realidad) Lo curioso es que los medios y los periodistas que ocultaron la problemática de la educación , que encubrieron a los funcionarios y nunca le preguntaron nada, ahora en el show del debate nos dicen que todos queremos escucharlo, todos queremos saber que van a hacer, que piensan… Que hermosa es la democracia.

La columna de Fernando Borroni

Lo malo en la vida no es ser estúpidos, todo somos un poco estúpidos, todos los días, el problema es que no lo asumanos y peor aún, siendo estúpidos nos creamos vivos. 

Y los debates son esto: estupidizar a la política, estupidizar a los candidatos formateándolos y estupidizarnos a nosotros haciéndonos creer que la política esta allí a nuestra servicio. Y nosotros creyéndonos que hacemos política luego opinando del debate. Pero todo queda dentro de las cuatro paredes en donde viste la televisión con sus cuatro lados… 

El debate de televisión es impacto, es imagen, son gestos físicos, es chicana, es postura, es por sobre todo parecer de tal manera que se esconda el ser. Son los candidatos prefabricados para evitar el riesgo y el error.

La política como producto a degustar por un consumidor de la política.  

Pero estoy convencido que el problema principal no es el debate en sí mismo, sino el carácter de importante, de necesario que se le quiere dar: "la democracia así lo demanda". La democracia estereotipada en unas formas que buscan contentarnos con ella. 

Si bien hoy es ley, son los mismos medios que exigen los debates, aquellos que construyen a diario una sociedad despolitizada, busca multiplicar seres apolíticos y luego les da una dosis de política formateada a su antojo.

¿Alguien cambia su voto por un debate? Quiero creer que no. Pobre del que tome su decisión electoral a partir de lo que un hombre y una mujer exponga en un set televisivo.

¿Hay ganadores y perdedores en un debate? Puede que sí y será el ganador el show, quien haga de su personaje el que más capto la atención del televidente.

En fin...los debates no sirven para nada. O en todo caso sirve para que la nada abrume a la política.