El editorial de Liliana Hendel en Las Últimas Noticias

"Voy a sacar la poca plata que me quedó en la cuenta. Cuando estoy por salir del cajero veo a un pibe joven, medio escondido, cagadísimo de frío y me pide unas monedas. Le doy todo el cambio que tengo. Le pregunto si comió, qué necesita. "Estoy juntando unos pesitos para comprar algo para comer", me contesta. Le pido que me banque un rato así le traemos algo caliente para comer.
Vamos al super a comprar unos fideos, salsa, queso, manzanas, pan, un agua mineral y un par de cubiertos. Cocinamos los fideos, los condimentamos con amor (estoy convencido que la comida que se condimenta con cariño, con compasión, tiene un mejor sabor), ponemos una frazada en una mochila que ya nadie usa, una bufanda, un sweater, un par de zapatillas y le llevamos todo con una cena un poco más digna que un sanguche frío.
¿Cómo te llamas? le pregunto. Me cuenta que se llama Jesús y que está viviendo en la calle hace unos meses. Me queda resonando su nombre, porque es un Jesús en el que sí puedo creer. Estos jesuses que nos cruzamos todos los días en la calle, en todos los márgenes que no vemos, los jesuses que muchas veces no nos permitimos mirar a los ojos.
Me dice que no sabe cómo agradecer, que siente vergüenza. Puede ser que esté un poco sensible, pero me rompe el corazón. ¿Cómo le explico que el que siente vergüenza soy yo? Vergüenza de esta humanidad, vergüenza de esta sociedad indiferente, vergüenza de este gobierno elegido por la gente, vergüenza por no saber cómo hacer más.
Le tiendo la mano en un apretón y le prometo que va a salir adelante. No sé si me lo cree, ni yo me lo creo. Intento contenerme pero llego a mi casa y me largo a llorar.
No sé qué ven ustedes cuando ven a una persona en esta situación. Yo veo el reflejo más cruel de lo que somos como humanidad. Las consecuencias del odio con que votaron tiene la cara de Jesús, este Jesús de carne y hueso que se niegan a creer que existe"
Luis Barberio