La columna de Fernando Borroni.

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Ayer fue otro día en el que el gobierno nacional sacó a desfilar a sus fuerzas represivas, para hacer lo de siempre: reprimir toda expresión que le resista. A esta altura no hay dudas de que estamos frente a uno de los gobiernos más represivos en la Argentina, en un período democrático.

Tenemos, además, una ministra como Patricia Bullrich, que parece encontrar cierto perverso placer, cierto goce en defender la mano dura. Busca mostrarse más firme y fortalecida como mujer y funcionaria porque tiene la posibilidad de mandar a apalearte o dispararte.  

A partir de todo esto se abren ciertos interrogantes que son oportunos encontrarles respuesta.

¿Por qué reprimen? ¿Por qué se vanaglorian de hacerlo? ¿Por qué cada vez más equipamiento? ¿Es su último recurso o es el primero? ¿Es un sintoma de debilidad o de fortaleza? ¿ Reprime quién es débil o quien es fuerte?

Darle respuesta a estos interrogantes desmenuza el espíritu represivo del gobierno, pero además nos permite visualizar la película y no apenas la foto.

Sabemos que la represión tiene varios objetivos, se me ocurren algunos: Atemorizar, adoctrinar e invisivilizar.

Que el miedo a salir a reclamar por los derechos que te quitaron, sea superior a la necesidad, al deseo y a la bronca a salir a pelear por recuperarlos. Que valga más la pena la quietud, la inacción política, (porque así corre menos riesgo “tu vida”), que salir a dar la batalla para que esa vida sea más digna. “Ya perdiste el trabajo, ahora no vayas a perder la vida, o un ojo”

Que el miedo sea la regla y a partir de allí se eduque en la autocensura. “Reprimir hoy, para autocensurar mañana”

Tenerle miedo a la reacción,  porque además esa reacción será estigmatizada.

Porque sabemos bien que no sólo se reprimen con palos. Se reprime culturalmente cuando se dice que hacer una u otra cosa será castigado socialmente. Todo esto forma parte del adoctrinamiento.

Construir nuevas conductas, nuevas formulas, nuevos valores, nuevo lenguaje, para evitar la reacción.  Al fin y al cabo para reducir los espacios de libertad.

Pero lo que busca, sobre todo, el poder cuando reprime es invisivilizar las consecuencias de sus políticas, por tanto invisivilizar a los actores sociales y políticos que lo ponen en evidencia.

La represión es una gran valla en si mismo que busca tapar lo que no puede tapar con otras formas.

¿El problema es que corten una ruta o una avenida? No. El problema es que esos actores a los que marginaron con sus políticas ocupen el centro de la escena, que esten frente a todos. Por tanto el objetivo es quitarlos del centro de la escena, sacarlos de la vista de todo aquel que pasa. Quien quizás no sepa de qué va la cosa, quizás insulte, pero que ya no puede negar la existencia de ese hecho.

En un modelo dónde lo que “construye existencia” son las cámaras de tv  (si no estás frente a ellas no pasa y si estás, pasa) y cuando vivimos, además, en medio de un modelo donde “si lo que pasa no te toca, no pasa”, y “si te toca pasa”, las luchas populares deben “tocar” a esa sociedad indiferente, por lo tanto los cortes se hacen una necesidad para ser visibles. La represión, entonces, aparece para invisivilizar: “que se vayan rapido”, ¿para que el ciudadano circule?, puede ser.  Sobre todo es para que el ciudadano no vea.

Más tarde cuando el poder no logra invisibilizar pasa a la etapa de la estigmatización social, porque esa estigmatización genera que la represión sea entre quienes integramos esta sociedad, pero sobre todo para que cuando el poder vuelva a reprimir esa represión este legitimada.

Pero volvamos a la pregunta si la represión es una muestra de debilidad o fortaleza del poder. A priori es una muestra de debilidad porque es la última instancia que le queda ante lo que no pudo contener, lo que  no pudo controlar ni censurar. Pero luego se transforma en fortaleza porque con ella, como deciamos antes, adoctrina y regula las conductas.

La represión es una forma de marginar aún más al marginado, es expulsar aún más al expulsado.

Siempre reprime el bruto. Este  gobierno reprime como muestra de su propia brutalidad expresada en sus politicas y en terminos de sus valores humanos.

Cuando un gobierno democrático quiere avanzar politicamente pegando, reprimiendo y matando,  es porque está avanzando hacia la puerta de salida.