La columna de Fernando Borroni

Más de una vez dijimos que Cambiemos vino a instalar un nuevo orden social en la Argentina. Al que podemos sintetizar en “un orden social que viene a legitimar  las consecuencias que genera este modelo económico de exclusión”

  Un nuevo orden dónde aquello que le pasa al otro es siempre un problema del otro. Y si ese otro es uno de los millones que cada vez tienen menos, importa nada lo que les pase. Porque en la cultural neoliberal en la que vivimos, vales en la medida en que tenés. Además nada importa porque no hizo el mérito suficiente para “ser alguien”, entonces no es más que una víctima de si mismo.

Un nuevo orden que naturalice la monstruosidad.

No se puede sostener un modelo económico de hambre y marginalidad si no se quiebran, previamente o mientras tanto, los vínculos sociales. Hasta tal punto que no alcance con la indiferencia, sino que además podes dañar a ese otro hasta terminar con esa vida si hace falta. Porque nada vale nada.

El otro como enemigo tiene como objetivo la defensa del mundo propio como único aporte a la construccion social: “si cada uno cuida lo suyo todo estará cuidado”, así nos educan. El desprecio al otro como legitimación de mi vida miserable.

¿Cuántas veces se escuchó decir que cuando gobierna el capitalismo salvaje estamos bajo las reglas de la ley de la selva? Ni más, ni menos es lo que estamos viviendo.

El orden social depende de vos, de lo que vos querías hacer. Y todo esto es motorizado y alentado por el poder.

Una patota policial persigue a cuatro adolescentes, les dispara y asesina a tres de ellos. ¿Por qué? porque puede disparar. Punto. Porque les está permitido disparar sin excusas, poque alguna vez la ministra dijo que las fuerzas de seguridad tienen caracter de verdad.

Porque a menudo los medios hacen culpables a las víctimas y victimizan a los victimarios. Y el asesinos son aplaudidos como héroes sociales, de una sociedad encerrada en su parcela egoista, despectiva y de clase. De clase social y de clase de idiotas.

Estos policias que asesinaros a estos jóvenes son sicarios.

“El que quiera ir armado que vaya armado”, dijo la ex ministra de la Alianza que asesinó a 38 argentinos en el 2001. Dónde estuvo Bullrich hubo muerte. “Casualidades de la historia”...

“ El que quiera tirar nafta sobre el cuerpo de un hombre que vive en la calle, hágalo...” No, pero es distinto a ir armado. Sí distintas son las palabras, pero no el sentido de ellas.

Una sociedad que enaltece un tipo de “crimenes por encargo”, esto es lo que vivimos. El poder nos manda a diferenciarnos del otro, a combatirlo, a cuidarnos solos. Si no hay Estado que garantice derechos, ni posibilidades, arreglensela como puedan, es el mensaje inequívoco.

“Che si te molesta un vagabundo en tu esquina, anda y prendelo fuego...quizás después salgas en el Instagram o en el twiter de la ministra. Abrazado a ella, como abrazó a Chocobar a los minutos de asesinar. Como cuando celebró la absolución del “carnicero” que asesinó a un supuesto delincuente.

La derecha tiene como variable politica a la mismísima muerte, en manos de quienes quieran y como quieran. Pero, por favor, que a nadie se le ocurra escribir un tweet insultando al presidente porque se lo llevan preso. Literalmente preso.

¿En qué locura nos han sumergido?

Ojo. El gatillo fácil no es nuevo en la Argentina, la estigmatización de quienes menos tienen tampoco. Sin embargo ahora parece que es normal que esto suceda y que además está bien, es lógico.

La violencia social se reduce con trabajo , con políticas de contención social, pero además con un mensaje del Estado que condena la violencia.

Pero, nos gobiernas violentos. Violentos  en sus políticas, en el decir, en el hacer.  Violentos porque mienten, encarcelan, odian, resuelven a los palos y a los tiros las diferencias.

Sí. Crimenes por encargo, sicarios sociales cuya paga es cierto reconocimiento social. Tan crudo como real.

No son loquitos sueltos, ni los policias, ni el descerebrado que incendió a un hombre que dormia en la calle. Son el resultado de una sociedad culturalmente enferma y enfermada por un poder que disfraza el horror como una buena ventura.

Es la bonaerense y es Vidal, idéntica matriz de pensamiento.

Fue Chocobar y es Macri, idéntica matriz de pensamiento.

Fue el carnicero y es Ritondo, idéntica matriz de pensamiento.

Fue el vecino, su monstruosidad y la nafta, y Larreta, idéntica matriz de pensamiento.